martes, 24 de diciembre de 2013

NOCHEVIEJA 2013

Es mi primera Navidad sin mi hermano, la segunda Navidad sin mi hija, la quinta Navidad sin mi madre y así, atravesando pesares, hasta llegar a la infancia remota y pequeña.

Los perros cabizbajos, navegan por mi desierto, comparten mi espacio en sombra densa. 
Bimba petrificada, me observa  abrigada en la nostalgia. 
Màgic, el gato humano, se recuesta en mi costado para hacerme agradable esta noche difícil.

Golpea la puerta el ayer y se llena la casa de espanto.

Es la ausencia mi hogar permanente. Cubre las ventanas, las puertas, las paredes, el suelo y sigue tejiendo. Sube por los bolsillos, la ropa, los huesos. Me atrapa, me cubre la frente, me encuentra al mediodía, aparece en la niebla. Ya no le temo. En el mañana, seguirá viniendo. 

Mi hija  toma forma, asoma el universo. Descubre la desnudez de la vida, el frío entre los dientes.  La vajilla se quiebra, se hace añicos. Los dedos invisibles aprietan la garganta. Tiembla la copa en los labios.  Hay mucha tristeza acechando en la mesa vacía. 

Camino, esta noche camino y crece la lluvia.

Crece la lluvia y el último paseo es corto y terrible.


Cansada y caída lloro a escondidas y avanzo en las tinieblas.

FELIZ NAVIDAD!!!!









domingo, 17 de noviembre de 2013

FRIO



Forma el mar una azucena blanca. Entramos en su cáliz con los pies descalzos, cayendo desmandados en las olas. Sus pétalos errantes golpean nuestro pecho.

Huele a invierno, a cielo matutino.

Tecla galopa salpicando luz y arena.
 Sólid, Xaloc y yo  dejamos que el agua nos anegue.

Es un momento en que la paz nos mece y la vida no duele ni se inquieta.

Ando hasta la orilla y me sumerjo en el  espacio duro,  gélido y cerrado del pasado. Allí busco a mi hija, a mis padres, a mi hermano, aquella familia que una vez fuimos y ahora se enreda entre mis dedos como harapos. De aquello queda el perfume, la abundancia y una casa vacía y desgarrada.

Pero llegan los perros trotando, húmedos, calados, indomables. Se congregan a mi lado, me inundan, me inspeccionan y lamen, glotones, mis tinieblas. Se sacuden, se secan en mi vestido y  sin malicia alguna, levantan una gaviota rezagada.
Les hablo y en cada silaba brota la esperanza del ahora. Hundo caricias en sus mantos y nacen primaveras de mis manos.
Ya está la vida dispuesta a latir conmigo, se extiende como una alfombra generosa y fragante.

Pasó el momento del espanto, tomo aire y respiro porque en nuestro hogar, el día a día es un espacio sereno y transparente. 


















martes, 29 de octubre de 2013

SOL DE OCTUBRE

Quema el sol, su luz se esparce como un pétalo azul entre la arena. Las olas errantes visten la playa de música serena y un mundo submarino emerge
Encendida desde lo mas profundo, el agua nos arrastra con visible nostalgia y nos canta su arrebatadora canción de compañía.

Ya no queda nadie. Los veraneantes, turistas, viajeros y gente de todas partes se esconden en los muchos hogares del mundo. Pero nosotros estamos amarrados a este paisaje húmedo, entraña celeste, pícaro infinito, siempre único, siempre distinto y cristalino.

Desde el amanecer del verano que estamos pegados a la sombra y ya es tiempo de nadar, mojarnos el vestido, dejar que la estela salitre anide en nuestro cuerpo y ladrar y  gritar como locos al viento y chapotear en desorden y bailar en la orilla, y envolvernos de brazos y cielo y olvidar, olvidar las ausencias transformando nuestras penas en dicha sincera.






viernes, 5 de julio de 2013

LOS NIÑOS


No puedo adivinar como lo saben, ni que oculta razón  les desliza hacia el futuro, pero los perros viajan en el tiempo y conocen la hora en que  llegan los niños.
Hay todo un ceremonial en el momento en que aterrizan, se despliegan en abanico hacia la puerta, respiran agitados, olfatean el aire, aguardan el sonido, levantan la trufa electrizados, acechan atentos, buscando,
van y vienen intranquilos y con mirada solemne reprochan mi ignorancia. Algún que otro quejido, un trino apagado, un breve ladrido escapa, la espera se eterniza y cada minuto se alarga varios siglos. 
Del aeropuerto a casa hay un buen trecho, es un destino tan largo como el propio viaje; desembarcan los últimos con la azafata, esperan el equipaje, su padre o algún adulto debe recogerlos. Se triplica el tiempo en casa y ya es imposible retenerlos.

Algo extraordinario sucede, a través de ellos asoma  la dicha que se acerca, percibo luz en su sonora espera.

¡Hay tanto dolor en mi, tanta nostalgia!

Se que en estas fechas cierran las escuelas, suelen venir en estos días como ráfagas de lluvia fresca, traen en sus bolsillos las sonrisas mas bellas, todo el azul del cielo de verano, toda la alegría condensada en sus labios. La vida entera asoma con ternura por su cuerpo ágil. Y yo, a su lado, recibo el canto, bailo sus palabras.  Desnuda de tristeza, suelto mi bandera al viento y corro a buscarles.

Suena el teléfono
-         ¡Sorpresa!
-         Lo se, están aquí los niños
-         ¿Quién te lo ha dicho?
-         Los perros



¿Cómo es posible? Lo ignoro pero lo saben, siempre lo saben, siempre.

















Los gatos observan impasibles este ajetreo desde la majestuosa quietud de su reposo, huyen del escándalo, el ruido de los niños les espanta. Emigran a cotas mas tranquilas, se apartan, se sumergen  en los armarios, bajo la cama, en algún recoveco inexpugnable y no asoman hasta que la calma, vestida de dulzura, regresa a casa.

Quizá, cuando la orilla oscura de la noche nos congregue alrededor de la mesa,  atareados con los platos, con los perros tranquilos, ya sosegados y cansados por el maravilloso día, aparezcan los gatos, sobrios, silenciosos, indulgentes, buscando por fin una caricia y la grata compañía de los que estamos cenando.





miércoles, 22 de mayo de 2013

CHARLANDO


Andar entre el paisaje con los perros es un regalo completo, para algunos será minúsculo, para nosotros,  que amamos el espacio compartido, es todo un universo en las entrañas.
Nos gusta la lluvia cuando llueve, la niebla espesa en la mañana,  el sol oscuro que te ciega, el pájaro en el  follaje del viento cristalino, la vida galopando por la la boca, y surcando el espacio transparente el río, el mar, las olas cantarinas, el cielo y la  tierra amarrados en un abrazo.

Arriba, en lo mas alto, hay una red de amigos, personas y animales que huelen a lavanda y armonía. Cruzamos por el mismo destino inconfundible, fundidos en racimos de justicia, paz y nido.
La cifra varía cada día, a veces muchos, otras veces nadie.

Yo con mi dolor a cuestas, extiendo a mi hija y me estremece sentir su energía cósmica, su talle frágil en mi cintura. 
 Es maravilloso salir a correr mundo y confundirse. Quemar la mascara, atravesar la tierra desnuda y terminar semilla. 

Cuando nos vemos cansados, tomamos la avenida y nos sentamos en medio de la calle, a nuestros pies los perros jadean soñolientos. En invierno, la mesa sola y desnuda se colma de café caliente, risas, arena movediza, humo y vino tinto. En entretiempo corre la cerveza ,y siempre, la palabra entre el sonido alegre, esa música que canta y cura, esa voz que tan bien conocen nuestros perros.



























miércoles, 27 de marzo de 2013

SEMANA SANTA



Llevamos mas de un año prisionero del asfalto. Necesitamos levantar la ciudad y extendernos por el verde, errar bajo los pinos, hundir los pies descalzos en la tierra, trepar por el aire, llenarnos de  raíces y resina, oler las  flores diminutas al lado del camino, estas flores sin nombre ni apellido.

Formamos una caravana de dos coches y trece individuos: cuatro mujeres, nueve perros, de todas las edades, status y colores. Desde los mas ancianos, los conquistadores, la gruñona, la hembra lesionada, hasta el bombón azabache de un par de meses. 

Andamos en ascendente, acariciando los árboles heridos, oliendo los pétalos perdidos, enhebrando los hilos del follaje. Olmos, encinas, nogales, lianas enredadas. En cada recodo que cruzamos. buscamos las huellas transparentes, explorando el suelo y sus tesoros.


En  sus hazañas una de las perras se ha vestido de estiércol, su manto apesta, por una vez no ha sido la prodigiosa Tecla. Otros arrastran ramas caidas, gigantes como vigas de madera, sus rabos en alto, despiertos,se reparten por todas las esquinas de la tumultuosa maleza, se sumergen en la fuente del presente, abiertos a lo nuevo, jadean, acechan, levantan la alfombra verde y sacan de su hogar a abundantes insectos. No quieren mas, están felices y contentos con el paseo.

Todo, absolutamente todo alrededor rezuma vida, paisaje, arboles, colinas, infinito. Briznas de hierba retoñan entre las grietas de las piedras grises. Yo busco a mi hija muerta, aquí, en el rostro hermoso de la tierra, nace el delirio ancestral de volver a verla, de tanto que pude decirle y no le dije, de tantos abrazos que quedaron pendientes. Viene conmigo la tristeza, me acompaña siempre, mi segunda casa es la ausencia.
Xaloc anda a mi lado, pegado a mi rodilla, levanta su hocico y roza mi mano con dulzura. Desde lejos Sólid que va y viene, cierra el paso y se golpea en mis piernas, su mirada ancha y sincera reconoce mi ánimo abatido. Sonrío cuando Tecla aparece de en medio de la nada, se acerca trotando y hunde su cuerpo entre mis dedos.  Incluso los demás perros parecen alerta. Es incuestionable el poder terapéutico que ejercen.


La primavera nos mece en sus brazos. Llena con su voz la luz del cielo. A cada paso sobreviene su fuerza poderosa, nos recorre, nos invade, nos besa en sus labios tiernos.


Hambrientos, cansados, sedientos, sudorosos, palpitantes de gozo, llegamos a la cima. Ha sido duro pero vencemos.












viernes, 8 de febrero de 2013

CARNAVAL


 Fuimos de mañana a quemar derrotas,  verdugos de  ausencia magra.
No busco nada, solo ha de arder el pasado que me encuentra, sacudir las cenizas y arrojarme al mañana.
Para que el cielo estalle en mi pecho, he de enterrarlo todo, no quiero mas dolor en la sangre, ni mas lágrimas.
                                                                                                    
En lo profundo de un armario oscuro, en un piso deshabitado, sacamos unos sombreros, unas mascaras divertidas y algunos disfraces. ¡Vamos a desmadrarnos un buen rato!

El viento huracanado hace temblar el parque. Tierra, hierba y frío se empapan de rocío, verde y pardo, ocres, resinas, todo esta calado.
 La música, la voz del cielo, se extiende desde las nubes altas.
Somos nosotros, son los amigos que se acercan galopando. Atraviesan la vergüenza y se ensortijan entre el silbido del aire para, después, soltarse en el instante en que estamos respirando.
 ¡Que pacientes nuestros perros!

¡Es hora de disfrazarnos!