sábado, 24 de septiembre de 2011

TRES NOCHES

Llegó septiembre inquebrantable, adolescente desnudo, aun pálido, quemando la frente del verano.

Todavía no podemos acercarnos a las playas, pobladas de rasgos otoñales. Tampoco podemos pasear por los parques, juegan los niños y las madres, padres, hermanas, tías y amistades varias, nos rechazan, tristes guardianes que llaman a sus cachorros y amenazan.
Solo podemos andar por las calles de asfalto, ellos atados, yo renegando de porque tanta ignorancia.

Es en este instante cuando decido alquilar una furgoneta y circular hacia el ombligo del trueno, hacia la lluvia furiosa, hacia la rama caída y despejarnos.

Me olvido la cámara y el móvil y en el tercer peaje los gritos se almacenan por vacíos y abstractos.

En cualquier surco dormimos, despertamos andando, rodeamos el día. No llueve, poco importa, estamos en un sueño de pinos y encinares. La tierra regresa sigilosa y el cielo es un mar invertido.
Luego de tres noches de luna y de alegria, cruzando rios y barrancos, colmados de recuerdos transparentes, regresamos a casa.














jueves, 8 de septiembre de 2011

LOS NIÑOS

 Vienen los niños por la tarde. Detrás de la puerta, antes de la llamada, tres hocicos esperan con ansia perderse en sus brazos. Su sola presencia absorbe, araña los silencios importunos.
Sacuden, bulliciosos, la soledad del día. Su ímpetu me arrastra, devora la calma, destruye la pereza, tritura el vacío amargo.


Nos instalamos en un fresco griterío y el juego empieza. Libres por el parque pisamos la frontera. La tierra húmeda huele a raíces. Se multiplica la dicha sonora. Se abren balcones y ventanas.

Hay un despilfarro de fuerza y energía envuelto en sus vestidos. Nos hundimos en el desenfreno de un paseo salvaje. Los perros, agotados, se juntan, repican las campanas y volamos al viento.

Fatigados tomamos el camino de retorno, los niños galopando, los perros salpicados de barro, jadeando.

No quiero despertar sin su inocencia.








sábado, 3 de septiembre de 2011

AVIGNON

La proximidad del Rodano, el verde vanidoso de la hierba, la luz de agosto, los aromas suaves, la catedral, la casa de los Papas, los puentes, las calles cuidadas con esmero.


Avignon es abrir un libro de paisajes y descubrir nuevos planetas.

Hay una porción espaciosa de terreno frente a la minúscula vivienda. Perfecto. Allí hemos estado al fresco del atardecer hasta la primera luz del alba. Sentados en cómodas hamacas, los pies descalzos, el cuerpo en reposo, charlando,riendo deslizándonos en el pasado.

Solid y Xaloc a mi lado estirados, serenos, anchos, orgullosos. Tecla, joven y vivaracha, cazando las sombras que se esconden en la hierba enmarañada. Erguida como un oso, atenta, las orejas, los muslos, la cola formando una tensa cuerda de guitarra y subitamente, ¡plas! Un golpe con las patas delanteras, un salto preparado y las costillas de la tierra lanzan saltamontes, grillos, cucarachas. ¡Que festín!