lunes, 13 de abril de 2009

HERA ES MI PATRIA


Hera es mi patria, mi pequeña aldea, donde cada instante es compartido. Es el surco de la tierra, el fruto maduro, el reloj de arena donde el tiempo corre en cada sombra. Hera es una anciana venerable, su tiempo biológico agoniza, el fin acecha y así, desnuda de juventud, sentada en el sofá la encontrará la muerte. Mi razón lo acepta y puede admitir lo que el corazón no puede.
Donde vaya mi Hera, deseo que encuentre a su ángel de la guarda, que la vigile, que la espere en medio de la lluvia para secarle el pelo, para masajear sus patas doloridas, que le sirva el último plato de comida húmeda cuando tenga hambre y no pueda masticar con los pocos dientes que le quedan, que barra de sus ojos el cerco viscoso de las cataratas. Porque Hera nunca será derrotada ni vencida.
Hera es la patria compartida de todos los de casa, su amor es abundante y desbocado, su boca, su cintura entera se ha transmitido a todos los perros y gatos de nuestra pequeña aldea.
Hera es la ternura, la vida, la esperanza. La arruga de su rostro es la huella de sus andares. Es el amor que no cansa, es el cascabel de mis sandalias.
Hera es la luz sobre la noche lenta. Ella es la copa derramada que guardo para siempre entre los labios. Hera es el siempre, el mañana, porque Hera, jamás será desdicha ni suspenso.

Todos tendremos que morir, como el agua derramada que nunca pueda recogerse.



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